Lleida, el legado impresionante de una ciudad moderna

Lleida fue siempre un lugar estratégico, situada en una de las zonas más fértiles y productivas de Europa, fue motivo de disputa desde hace mucho tiempo atrás. Fueron los cuatro siglos de dominación árabe los que dejaron mayor huella en la ciudad, enclavada a orillas del río Segre, a medio camino entre el mar y la montaña y perfectamente comunicada. Lleida fue lugar de paso obligado para el comercio entre el mediterráneo, el sur de Europa y los pueblos del norte. Un cruce de caminos tan importante como deseado.

En época medieval Lleida fue epicentro de órdenes militares y religiosas. Diferentes culturas, difícil convivencia, guerras y reconstrucción, ruinas y esperanza. Sin duda, la esperanza es una palabra que bien se aplica al pueblo ilerdense a lo largo del tiempo. Ni las guerras, ni los siglos llenos de oscuridad pudieron cambiar el carácter de la ciudad, alegre y abierto al visitante. Visitante al que sorprenderá la preciosa postal que muestra Lleida en lontananza.

Dominando la Segriá se alza orgullosa la Seu Vella, maravilla del patrimonio cultural catalán. Iniciadas las obras en 1203, se consagró el culto en el año 1278. Destacan el campanario, las puertas – de la Anunciata (s. XIII), dels «Fillols» (XIII-XIV), de Sant Berenguer (XII), de los Apóstoles (XIV-XV) – y el claustro abierto (XIV) que ofrece preciosas vistas.

Dominando la Segriá se alza orgullosa la Seu Vella
Dominando la Segriá se alza orgullosa la Seu Vella

La Iglesia de Sant Llorenç, segunda en importancia en Lleida después de la Seu Vella cuenta con una preciosa nave central, de estilo románico. Las otras dos naves laterales (posteriores) son de estilo gótico. Su construcción fue iniciada a finales del s. XII por los escultores y artesanos que trabajaban con Pere de Coma, maestro de la Seu Vella.

El Castillo de Gardeny, allá en la meseta del mismo nombre, fue construido en la segunda mitad del siglo XII por la Orden del Temple y aún se conservan numerosos testimonios del recinto original. Es un espacio delimitado por un perímetro de murallas, en el que se distribuirían los diferentes edificios articulados alrededor de un patio central. Llama la atención la Torre, una construcción sólida de dos plantas en las que se puede imaginar almacenes, habitaciones o la torre del homenaje. En el Castillo de Gardeny podemos sentir cómo fue la vida templaria en la Edad Media. Paneles, audiovisuales y elementos explicativos recrean la vida de esta orden religiosa y militar. El conjunto acoge también una oficina de información turística.

El Castillo de Gardeny, allá en la meseta del mismo nombre, fue construido en la segunda mitad del siglo XII por la Orden del Temple.
El Castillo de Gardeny, allá en la meseta del mismo nombre, fue construido en la segunda mitad del siglo XII por la Orden del Temple.

Para los más interesados, el Centro ofrece la posibilidad de sentirnos templarios por un día, realizando sus actividades, vistiendo como ellos,… una manera peculiar de conocer su historia, siendo parte de ella.

El castillo de Gardeny de Lleida -junto a los de Miravet, Monzón, Peñíscola y la ciudad de Tortosa- forma parte de la ruta templaria Domus Templi. Gran parte del patrimonio y legado templario de la antigua Corona de Aragón se muestran en estos cinco castillos. Junto al Castillo se alza la iglesia románica de Santa María de Gardeny, edificio de gran devoción en su momento.

El Palacio de la Paeria, la obra más representativa de la arquitectura civil románica en Lleida, fue construido a inicios del siglo XIII. No fue hasta 1383 cuando los Señores de Sanaüja cedieron el edificio a la ciudad para que fuera sede del gobierno municipal. La Paeria, tal y como la conocen los leridanos, acoge numerosos «tesoros», como el retablo gótico del siglo XV en la sala noble. La Virgen, rodeada de los cuatro «paers», hombres de paz, simboliza la protección sobre el gobierno de la ciudad.

En 1486 se reformaron los sótanos de la Paeria para crear una cárcel con estancias separadas para hombres y mujeres. La Morra es el nombre con el que se conoce la cámara destinada a los reos condenados a muerte. En el Archivo Municipal se encuentra al Armario de los Privilegios, un precioso armario barroco de madera. Otro de los tesoros del archivo es el Libro de los Usajes, que data del siglo XIV. El documento histórico más importante que se ha catalogado en el archivo municipal es la Carta Pobla, primera constitución de los habitantes de las tierras de Lleida fechada en el año 1150.

La Iglesia de Sant Martí (XII), que fue capilla del Estudio General, lugar en el que se celebraban los actos académicos de mayor importancia en el siglo XIV. No hace mucho, en 1648 fue cuartel durante la guerra de Els Segadors. En la Capilla de Sant Jaume (XIV), consagrada al culto de la Virgen de las Nieves.

Con fuerte actividad comercial y cultural (como demuestra el Campus Universitario), Lleida es una ciudad moderna enclavada en un entorno natural único. Pues disfruta del privilegio de acoger en su trazado espacios naturales tan importantes como el parque natural de La Mitjana -un ecosistema de gran valor natural y ecológico-, el parque del río Segre o los Camps Elisis – con destacados edificios como el café chalet y el templete de la música así como muestras escultóricas repartidas por los preciosos jardines; además de la «huerta», el cinturón verde que rodea la ciudad.

Lleida es una ciudad moderna enclavada en un entorno natural único
Lleida es una ciudad moderna enclavada en un entorno natural único

El Museo de Lleida, con más de 7000 metros cuadrados nos muestra la historia de Lleida en relación con el arte y la cultura. Podemos visitar obras procedentes de La Seu Vella, tapices, obras del gótico, es sin duda una visita obligada. Pero hay otros museos muy interesantes como el Museo de arte Jaume Morera (referencia de la vida artística y cultural de la ciudad) o el Centro de Arte La Panera.

La Catedral Nueva, construida entre 1761 y 1781 gracias a las aportaciones de los leridanos, del rey Carlos III y el obispo Joaquín Sánchez se sitúa en pleno eje comercial, frente al antiguo Hospital de Santa María. Destacan las escalinatas, la puerta principal, con el escudo de los Borbones en su parte superior y la columnata de estilo corintio que soporta los arcos de medio punto en el interior. El Antiguo Hospital de Santa María de estilo gótico-plateresco de los siglos XV-XVI es la sede actual del Instituto de Estudios Ilerdenses. Precios es el patio central del que parte una escalinata de piedra que conduce a una galería de arcos ojivales. La Iglesia de Sant Martí (XII) se encuentra cerrada al público. En una de las plazas más características de la ciudad, encontramos la iglesia de Sant Joan (XIX).

Lleida es la capital del caracol.
Lleida es la capital del caracol.

La Academia Mariana es un símbolo para los leridanos desde su fundación en 1862. Su fachada neoclásica se alza en plena calle Academia. Sobresalen los seis escudos que la presiden, a veinte metros de altura. Nos esperan en el interior tesoros artísticos como el vestíbulo novecentista decorado con mármol griego, la escalera imperial, el teatro y la Capilla. En el Santuario de la Patrona de Lleida admiramos 300 metros cuadrados de pinturas al fresco, que datan de 1871 y que reproducen, junto con unas vidrieras, la vida de la Virgen.

Lleida cuenta con importantes edificios modernistas, como el Teatro Municipal del Escorxador, la Casa Melcior, la Casa Morera (también conocida como Casa de la Lira por la ornamentación de su fachada), la Casa Magí Llorens, las Cases de Balasch, la Casa Bergós, la Casa Xamar o la Casa Baró.

Lleida es la capital del caracol. Se puede cocinar a la «llauna», con «samfaina», a la brutesca, a la gormanta… La fiesta gastronómica del «Aplec del Caracol» es el máximo exponente de esta cocina autóctona de Lleida. La huerta leridana nutre de verduras y hortalizas a unos platos protagonizados por carnes de granja o corral y, sobre todo, cerdo. El vino (DO Costers del Segre) y el aceite de oliva (DOP Les Garrigues) de Lleida son productos de alta calidad. También las setas -níscalos, palomitas, negrillas, hongos – y los dulces, como las cocas de recapte, los «panadons» (empanadilla grande) de espinacas, pasas y piñones… y los «Granados», dulces de almendra que llevan el nombre del reconocido músico de Lleida.

La Lleida antigua, la medieval, renacentista, modernista…, casi cualquier movimiento artístico tiene en esta acogedora ciudad catalana su referente y recuerdo. Un viaje a Lleida resulta inolvidable, pero si hay un tesoro que sobresale del resto es el Románico del Vall de Boí. El Románico fue el estilo artístico cristiano predominante en Europa durante los siglos XI, XII y parte del XIII, hasta que fue desplazado por el gótico. Eminentemente reconocible a nivel arquitectónico, conjuntó corrientes dispares de la Alta Edad Media (siglos V al X), tales como el romano, prerrománico, bizantino, germánico o árabe. En Lleida  encontramos un precioso ejemplo del Románico en armonía con la naturaleza. Una experiencia única.

La Lleida antigua, la medieval, renacentista, modernista...

La Lleida antigua, la medieval, renacentista, modernista…

El Románico surgió de manera casi simultánea en Italia, Francia, Alemania y España, si bien, parece llegarse al acuerdo de que su nacimiento es en la abadía de Cluny (año 930, Borgoña – Francia) y su expansión viene de la mano de los monjes benedictinos. Arte religioso y pedagógico exhibe obras contundentes, y sólo catedrales, iglesias o monasterios: también castillos, murallas y atalayas. Muy simbolista, encontró rápidamente una fuente de expansión desconocida hasta entonces: las peregrinaciones religiosas. Aunque no está claro si por el temor al fin del mundo (año 1000) cualquier ciudad quería estar lo más cerca posible de Dios o porque comenzaba a prosperar el comercio y el mecenazgo en busca de favores divinos, con este caldo de cultivo, podemos decir sin cometer una exageración que si ha habido un arte capaz de representar a toda la cristiandad, ese ha sido el Románico.

En Cataluña, el Románico recibió mucha influencia italiana, si bien el empleo del arco de medio punto, la piedra escuadrada o el uso de pilares de sustentación son típicos de la zona. El primer periodo es austero, pero más tarde llegará el momento de la majestuosidad. Edificios bellos, mágicos, simbólicos… que hoy en día aún se pueden contemplar. En la provincia de Lleida (comarca de la Alta Ribagorza) se encuentran las Iglesias románicas del Vall de Boí, declaradas Patrimonio de la Humanidad; conjunto de ocho iglesias y una ermita diseminadas en un paraje natural de gran belleza. Edificios rodeados de montañas que son un fiel testimonio de un tesoro artístico e histórico de extraordinario valor. Son construcciones realizadas entre los siglos XI y XIII y representan de manera universal la expresión del Románico catalán. La perfecta armonía entre ellas, el conjunto arquitectónico y el entorno natural en el que se levantan hacen de nuestra visita al Vall de Boí una experiencia inolvidable.

La Iglesia de Sant Climent de Taüll fue consagrada en 1123 por el obispo de Roda – Barbastro bajo el reinado de Alfonso I el Batallador. Templo de planta basilical, tiene tres naves separadas por columnas de forma cilíndrica, rematadas por tres ábsides de forma semicircular. El techo (de madera) tiene dos vertientes destacando sobre el conjunto el campanario adosado de seis pisos.

La puerta principal, situada en la fachada sur, es de arco de medio punto. En su interior destacamos el Pantocrátor, cuyo original se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC); está considerado uno de los máximos exponentes del arte Románico en Cataluña.

También consagrada en 1123 – un día después- fue la Iglesia de Santa Maria de Taüll (parroquia única del municipio de Taüll durante el siglo XVIII). De estructura similar a la anterior, la diferencia principal es que el campanario se encuentra en el centro de la nave. La Iglesia de Sant Joan de Boí presenta de igual manera tres naves, un precioso campanario de estilo lombardo y un notable conjunto de pinturas murales entre las que que destacan diversos animales fabulosos (bestiario) y escenas como la lapidación de San Esteban y los juglares. Los originales se encuentran en el MNAC de Barcelona.

Diferente a las tres primeras es la Iglesia de Santa Eulàlia d’Erill la Vall. Es un edificio de una sola nave con un ábside semicircular. El lateral exterior cuenta con un pórtico decorado con columnas cilíndricas. El campanario, lombardo, es de seis pisos y está decorado con ventanas geminadas (dos arcos idénticos enlazados por una columnilla denominada parteluz) que enmarcan los pequeños arcos ornamentales ciegos. El campanario hizo labores de vigilancia y comunicación. En su sacristía se encontró un grupo escultórico del siglo XII conocido como El Descendimiento de la Cruz. La escultura se reparte entre dos museos: el MNAC y el Museo Episcopal de Vic. La Iglesia de Sant Feliu, en Barruera, es un edificio de una única nave cubierta con una bóveda de cañón. La nave está encabezada por un ábside semicircular.

La Iglesia de la Nativitat y la Ermita de San Quirc de Durro se encuentran situadas a casi 1.400 metros de altura. De arquitectura sencilla, la Iglesia llama la atención por la espiritualidad que desprenden sus muros, las grandes proporciones de la nave y el pórtico. La Ermita es sencillamente un regalo para los sentidos. La Iglesia de Santa María de Cardet tiene la curiosidad de que al estar situada sobre un terreno inclinado, el ábside, de dos plantas, está en un nivel superior al de la nave central. Aprovechando el desnivel del terreno se construyó, una, la única de todo el conjunto del Vall. El campanario, barroco, es muy distinto al de las iglesias hermanas.

La Iglesia de L’Assumpció de Cóll es una maravilla que consta de una única nave cubierta con bóveda de cañón. El campanario es de planta cuadrada y consta de dos pisos: el primer consta de ventanas apuntadas mientras que en el segundo se alojan las campanas. Quizá sea la que más se distingue del resto, destacando el Crismón y las tres pilas (bautismal, agua bendita y aceite). Estas nueve joyas del Románico catalán nos invitan a descubrir un entorno natural espectacular y desconocido. Un motivo más para conocer el Patrimonio cultural de Lleida.

Lleida dispone de modernas comunicaciones como la línea de alta velocidad (AVE), la autopista AP-2 que comunica Lleida con las ciudades de Barcelona y Zaragoza, el Eje Occidental que acerca Lleida al Delta del Ebro y el Eje Transversal que la une con las comarcas de Girona.