Se notaba la profunda energía en todo momento, la solemnidad que destilan las manos de Nyman, un compositor que retrata la vida como nadie. Las historias personales son su inspiración y las relata con acierto al público. «Take the Money and run», «City of Turin», «Friendly fire» son algunos ejemplos.
Nyman y McAlmont se conocieron en 2002, cuando coincidieron en el museo Sigmund Freud de Londres. Curioso, ¿verdad? Tuvieron que pasar seis años para que, a través de Facebook (por raro que parezca, Nyman es asiduo a las redes sociales) para que la colaboración tomara cuerpo. Un proceso creativo, lleno de atractivos que ahora podemos disfrutar.
Se notó que para McAlmont, Michael Nyman es su compositor favorito y le adora. Con una presentación sobria, el concierto tuvo dos peros: la poca afluencia (quizá el día, los precios) y la comunicación entre los artistas y el público (fría y distante). Para lo segundo no hay remedio y los asistentes ya lo saben. Para lo primero, nunca se sabe… son tiempos de crisis, esa crisis que tan bien relata Nyman, un compositor aristócrata que ayer sobrevoló sobre nuestras almas.