Girona es una ciudad que se descubre caminando, donde cada esquina, cada puente y cada calle cuenta siglos de historia. Situada a orillas de los ríos Onyar, Ter y Galligants, combina patrimonio, naturaleza y vida urbana con una armonía difícil de encontrar. Desde el casco antiguo, con sus calles empedradas, plazas tranquilas y la arquitectura medieval intacta, hasta los barrios contemporáneos que se asoman al río, Girona invita a recorrerla sin prisas y a dejarse llevar por su ritmo pausado pero constante.

Sus símbolos son reconocibles: la Catedral de Santa María, con la nave gótica más ancha del mundo; las casas de colores que bordean el Onyar; las murallas que permiten observar toda la ciudad desde las alturas; y el Call jueu, uno de los barrios judíos mejor conservados de Europa. Pero Girona no es solo historia y arquitectura: es también gastronomía, festivales, artesanía y naturaleza, un destino completo que combina lo histórico y lo contemporáneo en cada paseo, cada terraza y cada plaza.
Historia de Girona: de Gerunda a la Guerra de la Independencia
Girona nació como Gerunda, un asentamiento romano estratégicamente ubicado en el noreste de Hispania. Su función era militar y administrativa, controlando la Vía Augusta y sirviendo de nexo entre el Mediterráneo y el interior de la península. Las murallas romanas, aunque parcialmente conservadas, aún delinean el perfil de la ciudad y permiten comprender cómo la defensa marcó el trazado urbano durante siglos. Hoy es posible recorrerlas, imaginar legionarios patrullando y observar cómo la ciudad creció a partir de ese núcleo original.
Durante la dominación romana, la ciudad ya era un punto de encuentro cultural y comercial, gracias a su posición estratégica y al paso de viajeros, comerciantes y peregrinos. La influencia romana no se limita a la arquitectura: el diseño urbano y el sistema de calles aún refleja aquella planificación original, combinando eficiencia militar y civil.
Con la llegada de la Edad Media, Girona se convirtió en una ciudad clave dentro de los reinos catalanes. La Catedral de Santa María, iniciada en el siglo XI y concluida varios siglos después, domina el casco antiguo con su imponente nave gótica y su mezcla de estilos románico, gótico y barroco. Cada piedra de este templo cuenta historias de obispos, monarcas y ciudadanos que vivieron entre la fe y la política, y su escalinata monumental se ha convertido en uno de los símbolos más fotografiados de Cataluña.

El Call jueu, estrecho y enigmático, recuerda la presencia de una comunidad judía activa hasta la expulsión de 1492. Sus calles empedradas y sus casas conservan una atmósfera única, donde se percibe el paso del tiempo y la importancia de Girona como centro cultural y religioso. Se sabe de la existencia de pasadizos secretos utilizados por la comunidad para protegerse durante períodos de persecución, elementos que hoy forman parte del recorrido histórico del museo del Call.

Girona fue escenario de numerosos conflictos, incluyendo asedios y guerras, especialmente durante la Guerra de la Independencia y las guerras carlistas. Esta historia de resistencia se percibe todavía en las murallas, torres y plazas, que narran un pasado de fortaleza y resiliencia que forma parte del carácter de la ciudad.
Los ríos y la vida sobre el Onyar
El río Onyar es mucho más que un curso de agua: es el eje visual y emocional de Girona. Sus orillas están decoradas con las casas de colores que reflejan la luz, cambiando su aspecto según la hora del día y la estación del año. Los puentes que cruzan el Onyar, desde el Puente de Piedra hasta el de Eiffel, son tanto funcionales como icónicos, convirtiéndose en miradores y espacios de encuentro.
Las casas del Onyar son un ejemplo perfecto de cómo la ciudad combina funcionalidad y estética. Originalmente construidas para comercio y residencia, sus fachadas coloridas se han convertido en una de las imágenes más reproducidas de Girona. Además, los paseos junto al río permiten contemplar la ciudad desde múltiples perspectivas, integrando vida cotidiana, historia y fotografía en un mismo espacio.

Recorrer las murallas de Girona es recorrer siglos de historia urbana. La muralla permite observar la ciudad de forma global: el casco antiguo, el río Onyar y los barrios que se expanden hacia los alrededores. Este paseo ofrece también un contacto directo con la naturaleza, ya que muchas secciones están rodeadas de jardines y zonas verdes que suavizan la rigidez histórica de la piedra.
Además, las murallas permiten ver desde otro ángulo la Catedral y el barrio judío, ofreciendo una perspectiva completa de la relación entre defensa, urbanismo y vida cotidiana. Cada torre y cada baluarte tiene su propia historia, contada por guías locales que revelan anécdotas de asedios, batallas y la vida cotidiana de generaciones pasadas.
La Catedral de Girona es famosa por su nave gótica, la más ancha del mundo, y por su historia de reconstrucciones y ampliaciones que se prolongaron durante varios siglos. Durante la Guerra de los Segadores y otros conflictos, la catedral sirvió de refugio para los habitantes de la ciudad, resguardando tanto a personas como a valiosos documentos y reliquias.
Otro hecho histórico relevante es que la catedral se construyó sobre un antiguo templo romano y más tarde sobre iglesias románicas, integrando en su estructura restos de cada etapa. Sus capillas, esculturas y retablos narran episodios religiosos y cívicos que permiten al visitante entender la evolución de Girona desde la Antigüedad hasta la modernidad.
La escalinata que conduce a la Catedral de Girona es uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad. Conocida como Escalinata de Sant Martí, se compone de más de 80 escalones que salvan la diferencia de altura entre la plaza y la entrada principal de la catedral. Subirla es toda una experiencia, pues cada peldaño permite admirar el casco antiguo y sentir la magnitud de la historia que envuelve el templo.

La escalinata no solo tiene valor arquitectónico, sino también urbano: a lo largo de los siglos ha sido testigo de procesiones, celebraciones y encuentros cotidianos de vecinos y visitantes. Su geometría y perspectiva hacen que sea uno de los lugares más fotografiados, especialmente durante los días de luz dorada al amanecer o atardecer.
El campanario de la Catedral de Girona es un ícono de la ciudad, visible desde muchos puntos del casco antiguo. Su construcción combina estilos románico y gótico, con elementos barrocos añadidos posteriormente, reflejando la evolución arquitectónica del templo a lo largo de los siglos. La torre alberga un conjunto de campanas que tradicionalmente marcaban los eventos importantes y el ritmo diario de la ciudad.

Subir a la torre ofrece una panorámica única de Girona: el río Onyar, las casas de colores y las murallas se despliegan ante los ojos del visitante, mostrando cómo la ciudad ha crecido armoniosamente alrededor de este núcleo religioso. Además, la torre ha servido como referencia para orientación y defensa, siendo un punto estratégico dentro de la ciudad histórica.
La Basílica de Sant Feliu es uno de los templos más antiguos de Girona, cuya historia se remonta al siglo IV como lugar de culto cristiano primitivo. Su arquitectura combina elementos románicos y góticos, reflejando siglos de modificaciones y ampliaciones. Destaca por su fachada austera y su interior lleno de capillas dedicadas a santos locales, con retablos y esculturas que narran la historia religiosa de la ciudad.

El campanario octogonal de Sant Feliu es un punto emblemático que se distingue en el perfil urbano de Girona. La basílica también es famosa por su relación con la tradición de los patronos de la ciudad y los antiguos gremios, siendo centro de celebraciones religiosas que se mantienen hasta hoy. Además, su proximidad al Barri Vell permite combinar la visita con un paseo por las calles más históricas de Girona.
El Monasterio de Sant Pere de Galligants es una antigua abadía benedictina fundada en el siglo X, que hoy alberga el Museo de Arqueología de Girona. Su arquitectura románica se conserva de manera excepcional, con el claustro como joya central: columnas esbeltas, capiteles tallados y un jardín interior que evoca siglos de vida monástica.

Este monasterio fue clave para la vida religiosa y cultural de la ciudad durante la Edad Media, funcionando como centro de formación, administración y peregrinación. Su ubicación junto al río Galligants permite admirar la relación histórica entre la ciudad y sus cursos de agua, que marcaron el desarrollo urbano y económico de Girona desde tiempos antiguos.
Gastronomía y vida contemporánea
La gastronomía en Girona es un reflejo de su riqueza cultural y geográfica. Restaurantes con estrella Michelin conviven con pequeñas tascas familiares que ofrecen cocina catalana tradicional. Ingredientes locales, productos de temporada y recetas centenarias se combinan con innovación, haciendo de cada comida una experiencia completa.
El mercado de la ciudad, especialmente el Mercat del Lleó, es un espacio donde la tradición y la modernidad se dan la mano. Aquí, visitantes y locales se mezclan entre pescados frescos, embutidos, frutas y verduras, apreciando la calidad y variedad de los productos de la región. Comer en Girona no es solo un placer gastronómico: es sumergirse en la vida de la ciudad y entender su cultura a través de los sabores.
Girona mantiene un calendario cultural intenso. Festivales de música, ferias gastronómicas y eventos históricos permiten al visitante vivir la ciudad más allá del turismo clásico. La Semana Santa, con su procesión del «Santo Entierro», y el Temps de Flors, donde la ciudad se llena de flores y decoración, son dos de los ejemplos más destacados de cómo Girona combina tradición y modernidad.
Los museos, teatros y centros de arte contemporáneo complementan esta oferta, mostrando que Girona es un lugar donde la historia se respira en la calle y la cultura se celebra en espacios dedicados a la innovación y la creatividad.
Dónde dormir, comer, cómo llegar y organismos turísticos
Alojamiento
Girona ofrece opciones para todos los gustos. Hoteles con encanto en edificios históricos permiten dormir en pleno casco antiguo, mientras que alojamientos modernos ofrecen comodidad y conexión rápida con la estación de tren y carreteras principales. Alojarse cerca del Onyar o del Barri Vell garantiza acceso a los principales atractivos a pie, convirtiendo cada paseo en una experiencia integral.
Nuestra recomendación: el Hotel Museu Llegendes, que combina la comodidad moderna con el encanto histórico del casco antiguo. Sus habitaciones conservan elementos arquitectónicos originales, y muchos ofrecen vistas al Barri Vell y al río Onyar. La ubicación permite recorrer la ciudad a pie, disfrutando de la Catedral, el Call Jueu y los mercados sin necesidad de transporte.
Gastronomía
Desde tapas informales hasta restaurantes de alta cocina, Girona satisface todos los paladares. La cocina catalana tradicional se combina con propuestas innovadoras, con especialidades locales como el xuixo, el suquet de peix y los embutidos artesanales. La oferta de vinos de la región, especialmente del Empordà, complementa perfectamente cada comida, convirtiendo la gastronomía en uno de los grandes atractivos turísticos.
Cómo llegar
Girona está bien conectada por tren y carretera con Barcelona, Figueres y la Costa Brava. La estación de tren de Girona recibe servicios de alta velocidad, reduciendo el trayecto desde Barcelona a poco más de una hora. En coche, la AP-7 permite un acceso cómodo desde cualquier punto de la región. Una vez en la ciudad, la mayoría de atracciones se recorren a pie, haciendo del centro urbano un espacio accesible y agradable para los turistas.
Turismo y organismos
La Oficina de Turismo de Girona ofrece información detallada, mapas, tours guiados y recomendaciones para aprovechar al máximo la estancia. La ciudad también cuenta con oficinas de información cultural y gastronómica, museos y centros de visitantes que facilitan descubrir los secretos de la ciudad.
ℹ️ Web oficial turismo: https://www.girona.cat/turisme
ℹ️ Web turismo Cataluña: https://www.catalunya.com
