Alicante es una ciudad mediterránea que combina historia, playa y vida urbana en un paisaje que siempre sorprende. Situada a orillas del mar, con un clima que permite disfrutar del sol casi todo el año, es un destino que atrae tanto a quienes buscan patrimonio como a quienes quieren paseos junto al mar. Su casco antiguo, con calles estrechas y plazas llenas de vida, convive con avenidas modernas, edificios emblemáticos y miradores que regalan vistas excepcionales del puerto y la ciudad.

Caminar por Alicante es recorrer siglos de historia: desde restos romanos y medievales hasta edificios modernistas y contemporáneos. Sus museos, mercados, playas y festivales se entrelazan con historias de personajes ilustres, anécdotas curiosas y leyendas urbanas, haciendo que cada paseo sea una experiencia completa y única. La ciudad invita a detenerse en cada rincón y a descubrir la esencia del Mediterráneo a través de su arquitectura, gastronomía y cultura. Alicante ha sido hogar de personajes ilustres como el escritor Gabriel Miró, que retrató la ciudad y su entorno en sus obras, y el pintor José María Sert, cuyas influencias artísticas aún se perciben en algunos espacios culturales.
Breve historia de Alicante
Alicante tiene sus raíces en la antigüedad, con vestigios arqueológicos que datan de la Edad de Bronce y asentamientos íberos en la región. Posteriormente, la ciudad fue ocupada por romanos, que la denominaron Lucentum, convirtiéndola en un enclave estratégico en la costa mediterránea para el comercio y la defensa. La huella romana se mantiene en restos arqueológicos como el Tossal de Manises, donde se conservan estructuras urbanas, viviendas y mosaicos que permiten imaginar la vida cotidiana de aquel periodo.
Durante la ocupación musulmana, iniciada en el siglo VIII, Alicante se convirtió en una medina fortificada, asentada en el monte Benacantil, donde hoy se levanta el Castillo de Santa Bárbara. La ciudad prosperó gracias al comercio marítimo y al control de rutas costeras, y su influencia se extendió por el litoral y el interior de la región. La Reconquista cristiana en 1248 transformó la ciudad, incorporando iglesias y fortificaciones, consolidando el desarrollo urbano y abriendo un periodo de crecimiento económico y social.
En los siglos siguientes, Alicante continuó expandiéndose y modernizándose. Durante la Edad Moderna, la ciudad sufrió conflictos como ataques piratas y guerras de sucesión, lo que reforzó su carácter defensivo y la importancia estratégica del castillo. A partir del siglo XIX, Alicante experimentó una transformación urbana con la construcción de avenidas, mercados y edificios emblemáticos, como la Casa Carbonell y la Explanada de España, consolidándose como un referente de la Costa Blanca, combinando patrimonio histórico, comercio y vida marítima.
Los tesoros de Alicante
La Explanada de España es el paseo más famoso de Alicante, un espacio donde la vida social y cultural se mezcla con el ocio y el turismo. Sus mosaicos ondulados, inspirados en la bandera de España, y sus palmeras crean un entorno único, ideal para pasear al atardecer o disfrutar de eventos al aire libre.

A lo largo del año, la Explanada acoge ferias, conciertos y mercados, convirtiéndose en el corazón pulsante de la ciudad. Su historia está ligada a la modernización de Alicante en el siglo XIX y XX, y es escenario de innumerables anécdotas y recuerdos de generaciones de alicantinos.
El Castillo de Santa Bárbara se alza sobre el monte Benacantil, dominando la ciudad de Alicante y el mar Mediterráneo, y tiene sus orígenes en el siglo IX durante la ocupación musulmana. Construido como fortaleza defensiva para controlar la costa y proteger la ciudad, su estratégica ubicación permitió vigilar rutas marítimas y terrestres, convirtiéndose en un símbolo de poder y seguridad. A lo largo de los siglos, el castillo fue ampliado y reforzado en distintas etapas, especialmente tras la Reconquista en 1248, cuando las tropas cristianas bajo el mando de Alfonso X de Castilla consolidaron la fortaleza y adaptaron su estructura para la defensa de la ciudad.

Durante la Edad Moderna y el siglo XVIII, el Castillo de Santa Bárbara fue escenario de importantes episodios históricos, como ataques piratas, conflictos internos y la Guerra de Sucesión. A lo largo de su historia, destacados personajes militares y gobernadores de la ciudad dejaron su huella en la fortaleza, convirtiéndola no solo en un bastión defensivo, sino también en un centro estratégico y simbólico de Alicante. Hoy, el castillo conserva murallas, torres y patios que narran siglos de historia, ofreciendo a los visitantes un recorrido por el pasado bélico, político y cultural de la ciudad.
La Fuente de Los Luceros es un punto central de Alicante, ubicada en la plaza homónima y considerada símbolo de la ciudad. Su diseño ornamental y su valor histórico la convierten en un lugar de encuentro popular tanto para locales como para turistas. La fuente ha sido escenario de celebraciones, manifestaciones y actividades culturales a lo largo de los años.

Además, la Fuente de Los Luceros es un hito arquitectónico que refleja el arte urbano de principios del siglo XX, con detalles escultóricos y juegos de agua que enriquecen la experiencia visual y sensorial de quienes pasean por la plaza.
La Avenida de la Estación es una de las arterias principales de Alicante, conectando el corazón urbano con la estación de tren y sirviendo de eje para la movilidad y la vida cotidiana. A lo largo de esta avenida se encuentran edificios modernos y comercios tradicionales, que muestran el contraste entre la historia reciente y la Alicante contemporánea. Pasear por la avenida permite sentir la actividad de la ciudad y observar su transformación a lo largo del siglo XX.

Además de su importancia funcional, la avenida es testigo de eventos culturales y manifestaciones cívicas. Numerosos transeúntes, turistas y estudiantes circulan por ella a diario, y es habitual encontrar terrazas y cafés que animan la vida urbana. En el pasado esta avenida albergó algunos de los primeros tranvías eléctricos que conectaban Alicante con sus barrios periféricos, marcando un cambio significativo en el transporte urbano.
La Basílica de Santa María es la iglesia más antigua de Alicante, construida sobre los restos de una antigua mezquita tras la Reconquista. Su fachada gótica y su interior barroco muestran la evolución arquitectónica y artística de la ciudad a lo largo de los siglos. Destaca el altar mayor y las capillas laterales, donde se conservan retablos, esculturas y obras de arte que narran la historia religiosa de Alicante.

Durante siglos la Basílica sirvió no solo como lugar de culto, sino también como refugio en momentos de conflicto, como ataques piratas y guerras locales. La iglesia está estrechamente vinculada a personajes ilustres de la ciudad, como obispos que impulsaron la cultura y la educación, convirtiéndola en un referente espiritual y social.
La Calle de Labradores se encuentra en el corazón del casco antiguo y es una de las arterias más emblemáticas de Alicante. Sus edificios históricos, tiendas tradicionales y restaurantes con encanto crean un recorrido que combina cultura y vida cotidiana. Pasear por esta calle permite sumergirse en la Alicante más auténtica, descubriendo rincones que han conservado su carácter durante siglos.

Esta calle también es conocida por albergar talleres artesanales y locales donde se perpetúan tradiciones de la ciudad. Durante festividades y procesiones, la calle se llena de vecinos y visitantes, convirtiéndose en un escenario vivo de la historia urbana y el patrimonio cultural.
La Casa Carbonell es un emblemático edificio residencial situado en la Explanada de España de Alicante. Su fachada modernista, con detalles ornamentales y balcones singulares, se ha convertido en un símbolo de la arquitectura urbana de la ciudad. Construida a principios del siglo XX, la Casa Carbonell refleja el auge económico y cultural de Alicante en esa época.

Situada frente al paseo marítimo, la Casa Carbonell permite apreciar la interacción entre la arquitectura residencial y los espacios públicos de la Explanada. Cada año, durante eventos culturales y festivales, el edificio se convierte en un referente visual para fotógrafos y visitantes que buscan capturar la esencia de Alicante.
El Barrio de Santa Cruz es el alma del casco antiguo de Alicante. Sus calles estrechas, empinadas y pintorescas suben desde el centro hacia el Castillo de Santa Bárbara, ofreciendo panorámicas del mar y la ciudad. Las fachadas blancas, adornadas con macetas y flores, crean un laberinto colorido y encantador que conserva la esencia mediterránea.

Santa Cruz es también un espacio cargado de historia y tradiciones. Durante siglos fue el hogar de pescadores y artesanos, y cada calle tiene su propia historia, muchas de ellas relacionadas con festividades locales y leyendas urbanas. Entre sus callejones se pueden descubrir rincones donde se conservan restos de arquitectura medieval, fuentes antiguas y plazas que siguen siendo el punto de encuentro de vecinos y turistas.
La playa de Alicante
La Playa del Postiguet es el emblema costero de Alicante, ubicada al pie del monte Benacantil y frente al histórico Castillo de Santa Bárbara. Con su arena dorada y aguas tranquilas del Mediterráneo, es un espacio ideal para familias, turistas y locales que buscan disfrutar del sol y el mar sin alejarse del centro de la ciudad. Su paseo marítimo, bordeado de palmeras y cafeterías, permite combinar el baño con paseos panorámicos y actividades al aire libre.

A lo largo de la historia, el Postiguet ha sido testigo de la transformación urbana de Alicante, desde los antiguos muelles y defensas hasta los modernos accesos y servicios para los bañistas. Durante siglos, fue un punto de referencia para pescadores y comerciantes que desembarcaban allí, convirtiéndose en un espacio vital para la economía local. Hoy, conserva esa conexión con la historia marítima, combinando tradición y modernidad.
La playa también es escenario de festivales, eventos culturales y celebraciones populares, especialmente durante las Hogueras de San Juan, cuando se encienden monumentos artísticos y miles de personas se reúnen en sus arenas. Además, el Postiguet ofrece vistas privilegiadas del skyline alicantino, las casas del casco antiguo y el castillo, lo que la convierte en un lugar perfecto para fotografía, relax y experiencias que combinan naturaleza y patrimonio urbano.
