`Cinco Horas con Mario´ cumple 33 años sobre las tablas.

El próximo lunes 26 de noviembre se cumplirán 33 años desde la primera representación de Cinco horas con Mario, estrenada el 26 de noviembre de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid, siempre con el mismo productor, José Sámano, y la misma directora, Josefina Molina.

Se da la especial circunstancia de que este 33 aniversario se celebrará mientras la obra se representa en el escenario del Teatro Arlequín.

Este clásico contemporáneo, además de sus múltiples giras por España, visita por séptima vez  un teatro en Madrid. Ha pasado por el Marquina (1979); por el Teatro Lara (1980 y 1981); por el Príncipe Gran Vía (1989); el Real Cinema (2002); y con Natalia Millán en el papel de “Carmen Sotillo” por el Teatro Reina Victoria (2011) y, en estos momentos por el Teatro Arlequín.

De esta última producción se han cumplido ya dos años de su  estreno en el Teatro Calderón de Valladolid el 30 de septiembre de 2010, fecha desde la que ha recorrido España con gran éxito.

Aparte de los cambios introducidos sobre las anteriores puestas en escena, la novedad fundamental de este montaje es la interpretación de Natalia Millán.

Natalia Millán ha recreado el papel de Carmen Sotillo con nuevos y personales matices, que le han llevado a obtener, durante dos años y por toda España, un éxito extraordinario por parte de la crítica más cualificada y por el público puesto en pie aplaudiéndola.

El Teatro Arlequín propuso a la productora que Natalia Millán y Cinco horas con Mario interrumpieran la gira que estaban haciendo y que, aunque ya hubieran estado en Madrid, abrieran la temporada de septiembre de 2012. Y así ha sido.

Sinopsis
Estamos en marzo de 1966. Carmen Sotillo, a los 44 años, acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monologo–diálogo en el que descubrimos sus personalidades y la incomunicación de su matrimonio.

La obra mezcla un retrato de una España no tan lejana, y en muchos aspectos de la obra aún actual, con una dosis de humor y emoción, de risa y llanto, que Delibes plasmó de forma genial.