La primavera es tendencia en La Mancha para aquellos que buscan un destino a mano en el que bajar revoluciones. A solo 150 kilómetros de Madrid y 250 de Valencia, ese mundo se llama Socuéllamos. Un remanso de paz, gastronomía hecha a fuego lento y viñedos en el que viven, a otro ritmo, unos 12.000 habitantes.

Aquí, en medio de campos infinitos florecen ahora miles de amapolas que regalan al viajero que se adentra por las veredas un auténtico baño en el ‘Mar Rojo de La Mancha’. Perderse a la deriva en sus mareas es hacerlo entre viñedos y cañadas en cuyas orillas sorprenden construcciones primitivas, ermitas y hasta un puente romano. Todo sumergido en una llanura que acaba donde el Sol se pone en los mejores atardeceres. El cielo en este pequeño rincón de Ciudad Real tiene otra luz y hay tres rutas para hacer en bici o a pie que te ayudarán a volver con ella a la rutina. Ven a darte un baño de amapolas a la ‘Bodega de Europa’. Ven a la Patria del Vino. ¡Ven a Socuéllamos!
Ruta ‘Casa La Torre’
Socuéllamos es tierra de comendadores y la puerta de entrada al mayor viñedo del mundo: La Mancha. 27.000 hectáreas de viñedo le sirven de apellido y a ellas le debe el sobrenombre de Patria del Vino, una de las paradas de la Ruta del Vino de La Mancha. Y es que en estas tierras que trabajan más de medio millar de empresas y cooperativas vinícolas se cultivaba la vid ya por el siglo I a.C. Lo demuestran dos ánforas encontradas en los yacimientos ibero-romanos ‘El Bernardo’ y ‘Torre de Vejezate’. En este punto, donde se sitúa el origen de Socuéllamos y sus profundas raíces vitivinícolas empieza la Ruta ‘Casa La Torre’, un paseo para conocer la historia de amor entre esta tierra y el vino.
Poco más de 21 kilómetros completan esta ruta que transcurre por las orillas del río Záncara, donde sorprenden los restos de un antiguo molino hidráulico, el Molino Caiceo. Caminar o pedalear por este camino mientras el cielo va cambiando de tonalidad el campo de amapolas es un regalo para los sentidos. Antes de regresar, una parada para admirar la belleza del Paraje de Titos, donde tiene lugar la Romería de San Isidro Labrador el 15 de mayo; una cita marcada en el calendario en la que locales y amantes de las tradiciones se reúnen en la pradera junto al río para disfrutar de la música y degustar bocados de la gastronomía manchega como las gachas, las migas, el gazpacho, e incluso alguna caldereta de cordero. Todo maridado siempre con los mejores vinos de las bodegas locales. Así rinden homenaje en Socuéllamos a los hombres y mujeres del campo que caminaban hasta aquí (5,5 kilómetros a las afueras del municipio) para bañar y dar de beber a sus animales.

Ruta ‘La Tinaja’ y ‘Malagana’
El río Córcoles y la vida que se cierne en su entorno es la protagonista a ratos de esta otra ruta que transcurre al este de Socuéllamos hasta la ‘Casa de la Tinaja’ (16 kilómetros). Los huertos arropan al viajero al inicio del camino que, según avanza, va cambiando su paisaje por viñedos, almendros, olivos y campos de cereal, que entre mayo y junio se muestran repletos en el preludio de la siega. A mitad de camino, la ruta se llena del olor de las plantas aromáticas y los pinos piñoneros que llenan el llamado ‘Monte de la Raya’, justo antes de iniciar el regreso a la Patria del Vino.
Allí, en Socuéllamos, 16 bodegas esperan al viajero con visitas guiadas, catas de vino y experiencias enoturísticas de primer nivel para conocer esta cultura milenaria del vino. Hay bodegas centenarias, vanguardistas, de vino de garaje, bodegas ecológicas… Todas cultivan vinos de gran reconocimiento internacional y todas son el cierre perfecto a un día de ruta por los alrededores de Socuéllamos. Si además la escapada coincide con las Cruces de Mayo, el plan incluye artesanía y devoción. Esta fiesta, que se celebra en este rincón de La Mancha desde hace siglos, llena de arte y tradición las calles gracias a sus famosas cruces, decoradas con encajes, tomillo, flores, romero e imaginería. Recorrer las casas para admirar su belleza, cantar los mayos y tomar la ‘convidá’, a base de dulces tradicionales, zurra y vino, es formar parte de una Historia que se cree canta fragmentos de un Auto Sacramental de la Edad Media.
Ruta ‘Monte de Lodares’ y ‘Ermita de San Antonio’
Otra de las opciones para darse un baño en el ‘Mar Rojo de La Mancha’ es recorrer los casi 15 kilómetros que forman la Ruta ‘Monte de Lodares’ y ‘Ermita de San Antonio’ que, partiendo de la Plaza de Toros, discurre hacia la Estación de Tren para luego alcanzar por el Camino de Los Santos el puente sobre el río Córcoles y la Bodega EHD, donde bien merece la pena reservar una experiencia. El paraje de Macatela será el escenario por el que llegar hasta la Ermita de San Antonio para luego iniciar el regreso.
Durante la caminata sorprenden, entre los viñedos que contrastan su recién estrenado verde con el rojo brillante de las amapolas, los ‘chozos manchegos’, la construcción primitiva más antigua de Socuéllamos que decoraba ya estos campos allá por el siglo XV. Estas construcciones son uno de los mejores ejemplares de la arquitectura popular en piedra seca, es decir, sin argamasa, erigidas con una técnica de origen neolítico. Una de las mayores joyas del patrimonio rural conquense y albacetense, que servía en su día como refugio de pastores trashumantes y cultivadores de la vid y que hoy, despierta el interés de todo el que se atreve a perderse por esta llanura manchega (en cualquiera de las tres rutas).
Antes de poner rumbo a casa, toca una visita al Museo Torre del Vino, uno de los mejores de su género en toda España con una agenda activa durante todo el año. Su torre-mirador, de once plantas y 40 metros de altura, es el faro que vigila los viñedos de la ‘Bodega de Europa’ y el lugar desde el que disfrutar de la inmensidad del ‘Mar Rojo de La Mancha’.